viernes, 15 de julio de 2016

SURREALISTA ASAMBLEA DE BARRIO EN LA ALHONDIGA.

Vergüenza ajena. Esa fue la sensación de la mayoría de los asistentes a la asamblea convocada por Sara Hernández el pasado día 5 de julio en la Alhóndiga. Vergüenza por el bochornoso y esperpéntico espectáculo que protagonizó nuestra alcaldesa en una asamblea totalmente kafkiana, en la que parecíamos inmersos en un cuadro surrealista de Dalí o en una escena de película psicodélica de los años 70.

La asamblea se celebró a las 19,30 horas con escasa asistencia de vecinos (habría unos 45) dado que la convocatoria se realizó a través de las redes sociales y la página web del ayuntamiento ese mismo día a las 15 horas.

Sara Hernández, que llegó tarde, haciendo gala de su ya famosa impuntualidad, juró y perjuró que había hecho la convocatoria la semana anterior. Cualquiera puede ver en el time line de la página web del ayuntamiento, o de los perfiles en las redes sociales de Sara Hernández y el PSOE, que se publicó apenas cuatro horas antes de la celebración. Una vez más, aplicaba su también ya inveterada estrategia de repetir un argumento hasta la saciedad para convertirlo en verdad absoluta.

Esta vez ha querido convertir en tautología una verdad a medias. Al final de la asamblea algunos vecinos comentaron que habían puesto algunos carteles por la plaza (tres o cuatro, no más) y buzoneado determinados portarles aledaños con una carta firmada por la alcaldesa. El resto del barrio no se enteró de la convocatoria hasta esa misma tarde. Tal vez la intención era, precisamente, que el resto de asociaciones, colectivos y vecinos que componemos el barrio no nos enterásemos de sus pretensiones.

La finalidad de Sara Hernández, asistida por su concejala de barrio y unos neófitos asesores municipales (cargos de confianza) que, por su bisoñez, denotaban una gran inexperiencia vital, profesional y política, no era otra que decir a los vecinos del barrio que va a eliminar de la Plaza de Rufino la estructura que instaló Pedro Castro hace cinco o seis años… porque no le gusta. Una CARA estructura, diseñada ex profeso para la plaza, que representa las ondas del movimiento del océano, como según dice Pepe, el párroco, le contó su diseñador.

Sí es cierto que algunos de los escasos vecinos que pudimos asistir expusieron sus ideas sobre la plaza. Incluso la Mesa Vecinal de la Alhóndiga, que manifestó su disconformidad con la forma de realizar la convocatoria y solicitó una nueva asamblea en septiembre, convocada con antelación a todo el barrio para garantizar la asistencia y la participación a los efectos de proceder a una votación de propuestas contando con una amplia representación de la ciudadanía ya que la plaza es de todos, no sólo de los vecinos de las calles aledañas. También se solicitó la apertura de un plazo para que los vecinos, colectivos y asociaciones pudiesen presentar proyectos de remodelación de la plaza ante el Ayuntamiento.

En palabras de la Mesa Vecinal, la participación de la ciudadanía es crucial en la composición urbanística de la ciudad, ya que es ella la que disfrutará de dichos espacios. Sin embargo, los tiempos de la participación no pueden ser inmediatos. No se puede convocar con unas horas de antelación. A no ser que no se quiera una participación real de las 18.000 vecinas que conforman la Alhóndiga.

Si no se da a los distintos colectivos del barrio la oportunidad de conocer y participar en los proyectos que dan forma a las calles, plazas y espacios públicos no hay consenso, sino imposición por el Ayuntamiento.

Como siempre, cerró el acto la señora alcaldesa, entrando en esa fase surrealista, kafkiana y psicodélica que nos dejó perplejos a muchos de los asistentes. Tras decir unas cuantas perogrulladas sobre la plaza y su situación, manifestó varias cosas interesantes:
  •           No iba a prohibir jugar a los niños en la plaza porque tienen que jugar en algún sitio y esa plaza es de todos (no hizo ninguna alusión a por qué no ha procedido a la apertura diaria de las pistas de los coles aprobada en pleno en noviembre del año pasado).
  •      Contestando a la Mesa Vecinal dijo que sólo contestaría a lo importante, lo intrascendente lo obviaría y ni siquiera entraría en debate. Es decir, la participación vecinal, el debate entre los vecinos y la posibilidad de que éstos puedan proponer proyectos adecuados a sus necesidades y criterios es “intranscendente”.
  •           Se hará un proyecto de remodelación de la plaza, porque eso es competencia exclusiva del Ayuntamiento, se expondrá en el Centro Cívico y se convocará una asamblea para que se ratifique el proyecto por los vecinos”.
  •           Provocó una gran polémica al manifestar que la mayoría de las intervenciones estaban a favor de eliminar la estructura metálica, por lo que entendía que se aprobaba su retirada de la plaza.
  •        A raíz de las protestas se sacó de la manga una votación para eliminar la pérgola, lo cual incrementó aún más la ira de la mayoría de los asistentes, manifestando éstos que no había representación del barrio suficiente como para efectuar esa votación, ya que había muy pocos vecinos. Así y todo, Sara efectuó la votación pidiendo a los vecinos que, a mano alzada, manifestasen si estaban de acuerdo con quitar la pérgola o no.
  •       Algunos vecinos protestaron, puesto que había tres opciones y no dos (quitarla, dejarla como está, o dejarla modificada). Sara reaccionó ANULANDO la votación y repitiendo la misma para incluir la tercera opción. ganó la retirada de la estructura con el apoyo de unos pocos asistentes, bien afines al partido de la alcaldesa, bien con interés en que la plaza no sea un lugar de encuentro vecinal.  

Después de eso, queda la duda de si nuestra querida líder suprema tiene claro qué es la participación ciudadana, más allá del "yo digo lo que tenemos que hacer y vosotros aplaudís mis decisiones, os gusten o no", porque eso no es fomentar la participación de los y las vecinas de los barrios.

No es de extrañar el gran fracaso cosechado en los distintos procesos de presupuestos participativos, en los que sólo han intervenido 1.817 personas de una población total de Getafe de 180.000. Apenas el 1%.

En todo caso, los asistentes salimos con la sensación de haber formado parte de un paripé de participación. Si el mantenimiento de la vía pública es competencia exclusiva del ayuntamiento, con la correspondiente redacción de proyectos y ejecución de obras, ¿para qué pedir opinión al ciudadano? Se realiza y punto. En realidad, todo fue una farsa para legitimar una decisión municipal ya tomada, dándole un barniz, ilusorio, de participación vecinalEl proyecto ya está redactado y aprobado y, al final, se hará lo que Sara Hernández quiera con la plaza. Para este viaje no hacían falta alforjas..., ni molestar a la ciudadanía.

Prueba de ello es que al lunes siguiente, 11 de julio comenzaron las obras de retirada de la estructura. ¿Cómo es posible que en apenas cinco días se haya licitado y adjudicado la obra? Todo estaba ya preparado.

La asamblea no fue sino una forma de utilizar a los vecinos para sus fines políticos y demagógicos de la instauración de la participación ciudadana en Getafe. Pero eso NO ES participación. Los vecinos no sabemos qué pretende hacer con la plaza de Rufino. Desconocemos el proyecto y la inversión del mismo. No se nos ha permitido hacer aportaciones. No sabemos cuánto va a costar a todos los getafenses esta eliminación de elementos urbanos.

No se ha facilitado ninguna información, incumpliendo una vez más ese principio que tanto ha proclamado Sara Hernández de tener "paredes de cristal".

A fecha de la publicación de este blog la estructura ya no existe. Ha sido desmontada totalmente, desconociendo las vecinas y vecinos qué se hará con ella. Otra muestra de esa "transparencia" del gobierno de Sara Hernández.

Si Sara Hernández de verdad quiere participación, debería permitir que los vecinos nos reunamos en asambleas libres, no controladas ni manipuladas por el ayuntamiento o partidos políticos, y decidamos lo que queremos para nuestros barrios.

Déjenos diseñar nuestra ciudad porque nosotros somos los que la disfrutamos y los que conocemos sus carencias y sus defectos.

Déjenos elaborar los proyectos de adaptación de nuestros barrios a nuestras necesidades, que siempre serán más baratos que los elaborados por el Ayuntamiento. Eso es participación y transparencia.

Lo demás, como decía otra ínclita alcaldesa lideresa, son mamandurrias.

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